miércoles, 18 de mayo de 2011

Karina López

El Gato doméstico

No hay quien pueda traducir mi lenguaje
porque los dioses se ocuparon
de hacerme extraño.

Solitario habito el mundo de los hombres
mi espacio es el de los sueños que construyo
desde mi cuerpo recogido, anudado
sobre el mejor sillón de la casa;

un cuerpo cerrado sobre sí mismo
que reacciona a la escaramuza de los insectos veloces

y ante el ojo cazador
es mi cuerpo
una serpentina arrojada por el aire.



***


La inundación

Hace millones de años
llegó en los tiempos del desorden
en aquel tiempo
donde el ojo ciego se fijaba a la ventana
un río
que al principio fue
una gran mancha sobre la tierra.

Desde los techos de nuestras casas
vimos el agua
la vimos venir nocturna
cubierta por el arrugado tul del alumbrado público:
una novia hundida en sueños de paciencia y esperanza
que escupía hacia nosotros
todo lo que había arrancado de su lugar
mientras los sonidos de su boca
perturbaron la calma de los perros
que ladraron hasta que la creciente se los tragó.


Las cosas se hundían y volvían a salir a flote
la fuerza del agua nos hipnotizó
y la espera en los techos
se hizo cada vez más callada.
Uno de nosotros suspiró
se podían escuchar
el griterío de los pájaros
y las instrucciones de un hombre de familia.

Todos los días luchamos contra el horror.

El agua negra
dejó ver los ataúdes flotando y chocándose entre sí
el agua trepaba por la iglesia del cementerio.
Mi hermana lloró
imaginamos a papá rescatando electrodomésticos
y al primo Mario con la guitarra encima
yo miraba la lucecita roja de los porros.


La casa de Sabino y mamá
sabían lo corta que es la vida.
Después vimos una pantera acostada
sobre bolsas de arena.
Mamá se había sentado con las piernas colgando
y miraba fijo el borde
la creciente nos atornilló a los techos
igual que el aburrimiento.

Todos los días
luchamos contra el horror.


***


Nancy

Mi hermana Nancy llora
puedo escucharla desde mi habitación
cuando la tarde empieza a meterse en un lugar oscuro
y de las casas vecinas se dispara un fuerte olor a comida.
Nancy empieza a llorar
cree que nadie la escucha
pero nada se escapa al silencio de esta casa.
Vivimos en casa de mamá
que está afuera en lo de su amiga mirando tele
hablando sin parar
Vivimos con mamá
ella sale, dice que no se aguanta el encierro
y la vemos caminar por el pasillo
abrir la puerta de la calle, salir con alguien
mi hermana y yo nos miramos
no hablamos
Nancy es transparente como un ojo de buey
algo me atraviesa de su mirada
la toco por encima del hombro y la llevo a la cama de mamá
le muestro las sábanas
con ese charquito blanco en el medio
se pone seria
mi hermana Nancy todavía es virgen
apagamos la luz y salimos.
Tenemos hambre (un hambre paleolítico)
pensamos qué comer
decidimos hacer arroz.

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