miércoles, 18 de mayo de 2011

Roberto Quiroga

Obrero



La fábrica no duerme
a pesar de la nieve
que corta la luna
a la altura del cerro.

El muchacho de manos cansadas
lucha contra el tiempo
que echó raíces en sus brazos
y se alimenta del sudor

afuera el metal cruje con la helada
y lloran las estrellas

cuando enciende un cigarrillo
adivina en el humo
ilusiones pequeñas
pero grandiosas
como un trozo de pan

Pronto buscará el neón
para amar las sombras
pagará por sexo
comprando de a poco
esos objetos inalcanzables.


***


Bardas

El viento del desierto
nos susurró al oído
y dibujó en la meseta
figuras de arena y canto rodado.

Cavando en lo mas profundo de sus entrañas
desenterramos valles escondidos,
estrellas vagabundas
ciudades perdidas
lagartijas enanas
la barda lastimaba el cielo
cuando el sol caía.

Luchamos con hordas de maleantes
corrimos entre puñales de madera
y todo tipo de alimañas venenosas.

Volvimos a casa con la cara sucia,
pero el alma llena de sol
y el día no hubiera tenido más importancia que otros
si no hubiera descubierto en mi hermano a un amigo.


***

Agua

Navegamos en el desierto
los postes de luz
mas allá los arbustos resecos
una barrera invisible
ni un sólo árbol

El vehículo necesitaba agua
nosotros también
con toallas tapamos las ventanas
pero eran doscientos kilómetros
doscientos kilómetros sin un poblado.

Cuando levantó la temperatura
descansamos al costado de la ruta
en un bosque artificial
la sombra acogedora
los ruidosos pájaros de colores
nos distraían de la sed
pero había sed.

Llegamos a un oasis
de extraños perdidos en medio de la nada
y bebimos
como si hubiéramos llegado a pie
nuestro lugar es cerca del agua
que nos bañe, nos nutra, nos transforme
que alimente el alma
y al cuerpo no lo deje morir.

***


A mi padre


I

Dieciséis años
tenías la mirada del niño que abrazó la calle
pateabas algún sueño escondido

pero cuando mataron a tu perro
cambiaste pelota por fusil
potrero por cuartel
en el casco vegetal de Tucumán
un FAL disparó al destello
y los proyectiles de fósforo
incineraron la selva

que imágenes guardará
el borde abismal de tu retina


II

A veces
en días muy claros
me llevabas en tus hombros
me dejabas
a un costado de la cancha
los gritos
los golpes
el penetrante olor del ratisalil
la tarde que se descubría
polvorienta y oscura.


III


Los pasillos del ejército
son un lugar muy vacío
donde las botas resuenan
y yo busco esa palabra
que pueda llenar tanto silencio.

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